Chile es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con mayores desigualdades entre su población en términos de ingresos, y el tercero en lo que se refiere a la proporción de pobres.
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Además, un 18,9 % de los chilenos son pobres, una cifra sólo superada por México (un tercio del total) e Israel, y lejos del 10 % en el conjunto de la OCDE.Fuente:
http://www.publimetro.cl/nota/cronica/ocde-chile-es-el-pais-con-mayor-desigualdad-en-ingresos/xIQkdl!A7bS7425FFRZo/
En este mismo foro se han desatado discusiones en variados temas, que a mi parecer están de alguna manera relacionados con este problema. Uno de los más fuertes es la educación, donde variados expertos indican que para reducir esta brecha que arrastra el país se necesita una mayor y mejor educación hacia la gente, sobre todo de escasos recursos. Medida que dará resultados a muy largo plazo, en todo caso.
Sin embargo también existe la posibilidad de que uno, como individuo, adicionalmente busque mejor educación, o al menos mejore el nivel de información que maneja, y cuestione por sí mismo el entorno social y económico en el que estamos insertos.
De tal manera, otros temas de menor relevancia quizás, pero relacionados y que se han tocado aquí, tienen relación con conceptos arraigados en la mentalidad nacional, que de alguna manera amparan esta distribución mal habida en nuestro país.
Arribismo. El concepto en sí mismo es una falacia para mi gusto, sin embargo existe mucha gente aún interesada en educar a las masas, de que tratar de ser pudientes en Chile no es bueno, sino que es sinónimo de arribismo. Perpetuamos las diferencias asumiendo que nacimos de una manera, y que necesariamente debemos morir de esa manera, o sino seremos mal vistos. De ahí también nace el chaquetero, aquél que no aguanta que a otro le vaya bien, y comienza una escalada de descalificaciones para con esa persona. Y lo peor, es que la misma masa asume el concepto como propio y finalmente aisla a las personas de "su misma condición" que buscan algo mejor.
Buen Sueldo. Partamos de la base en que estoy de acuerdo que cada quién define qué es un buen sueldo para sí mismo. Sin embargo, socialmente hemos llegado a aceptar sin tapujos que 300 lucas, quizás 400 lucas, es un buen sueldo. Bueno para qué, me pregunto yo. Si nosotros mismos condicionamos la cota máxima de nuestro bienestar social, muy muy por abajo de la de otros segmentos más acomodados, qué quejas podríamos tener con la desigualdad social. El cambio también parte por uno, en paralelo a cualquier iniciativa privada o estatal, y ese cambio es muy sencillo: 400 lucas no es un buen sueldo, en el contexto de la riqueza que maneja hoy en día el país, los niveles de inflación, los costes de los servicios que en otros lados son gratuitos (salud, educación), y comparado con los rangos de sueldos de los segmentos socio económicos mayores. De no cambiar dicha mentalidad, entonces de qué podríamos quejarnos de la desigualdad, si 300 lucas bastan y sobran.
Mayor carga tributaria. Hace poco también se discutió -poco en realidad- sobre si mayor carga tributaria es necesaria para combatir esta desigualdad. Mi conclusión es que no, no se requieren más impuestos. Lo primero que se debe diseñar es una política, un plan de acción para poder mejorar estos índices, no sólo para mostrarlos al mundo, sino para generar mayor valor y beneficio entre la gente. Antes de pedir dinero, queremos ver la estrategia, los objetivos y el método en que serán medidos para lograr este fin. De lo contrario, una mayor carga tributaria sobre todo cuando son impuestos recesivos que aumentan aún más la brecha entre los segmentos, y claramente no producen un beneficio social.
Mucho tema para conversar, pero yo soy de los que cree firmemente que mientras no cambiemos la mentalidad, no sólo con educación sino con ganas de hacerlo, que algunos son patrones de fundo, y el resto gañanes que deben estar agradecidos de lo que se les da, esta desigualdad que no es normal en elr esto del mundo va a seguir empeorando. Y de ahí al descontento social, al aumento progresivo de la delincuencia, a la generación de "fabelas" chilenas, no nos falta mucho.
Por ende, mejorar esto no es sólo un beneficio personal para tener más dinero y comprar más cosas; a largo plazo mejora las condiciones sociales del país, y crea un incentivo más poderoso para que muchos jóvenes no caigan en la delincuencia, y vean que hay un real premio en el trabajo.