Muy bueno el artículo, repite varias de las cosas que se han dicho acá mismo:
- Para mí, esta anécdota es tremendamente ilustrativa del perfil básico del chileno promedio: adultos carentes de la más elemental autoridad sobre niños indiferentes a normas, hábitos y disciplina. Abolidos el sentido del deber y la disciplina como ejes rectores del comportamiento, un solo elemento estimula y guía al ser nacional: el voluntarismo, es decir, la gente hace lo que quiere y ve en ello un valor capital. Lo que resulta de esto es la descomposición social que se observa hoy en el país y de la cual las protestas estudiantiles son palmaria expresión
- Si alguien quiere mejorar la calidad de la educación, pues que dé el ejemplo y estudie; pero no es este el caso: se trata de conseguir un objetivo nominal, socialmente encomiable, bajo el cual se camufla el impulso esencial: vivir la aventura de "dejar la cagá".
- Eso es propio de una estructura de pensamiento anquilosada que ve en el conflicto disruptivo la única vía de solución a los problemas: esa es la lógica flaite en su expresión más pura
- El discurso falaz que impugna el lucro en la educación es, en mi concepto, una muestra clara del fariseísmo hipócrita del movimiento estudiantil. De acuerdo a éste, habría siniestros empresarios que se llenan los bolsillos con la necesidad de los pobres estudiantes que, incautos, se matriculan en sus institutos y universidades de calidad miserable. Si así fuese, la solución es mucho más simple que dictar leyes, crear superintendencias o cambiar la Constitución de la República: tal como, en teoría, la gente no se baña en lugares no habilitados para el baño, desarrollemos la conciencia social de que la gente NO se matricule en esas instituciones. Y no nos llamemos a engaño, no necesitamos banderas rojas que las señalen: en el mundillo estudiantil TODO el mundo conoce cuáles son esas instituciones
- El problema es que hay un número no menor de jóvenes para quienes esas instituciones son una opción real de educación porque aceptan su incompetencia intelectual y optan por ellas a sabiendas de que recibirán una formación cuestionable pero, y he aquí el detalle, podrán ostentar la chapa social de ESTUDIANTES DE EDUCACIÓN SUPERIOR. Y pagan por ello, porque la educación, en la lógica de representaciones sociales, también ES UN PRODUCTO.
- la calidad intelectual del chileno promedio es paupérrima. SER médico, diseñador, periodista o profesor tiene que ver, en el imaginario estudiantil, con PASAR los ramos, no con imbuirse de una forma de ser, pensar y actuar. Y es que existe una paradoja esencial: se quiere acceder a un nuevo estatus social, a través de la educación superior, sin hacer el "up grade" intelectual
- Sin embargo, la culpa siempre la tiene el empedrado. No al lucro porque es contrario a la calidad en educación. Falacia atroz, pero excelente eslogan de campaña. ¿De cuándo acá ese rechazo visceral al enriquecimiento? El chileno promedio está dispuesto a endeudarse hasta la 3ra generación para comprarse desde un teléfono hasta un auto nuevo todos los años, pasando por cuanta chuchería inimaginable se le ocurra. Es más: socialmente ha aceptado funcionar bajo esa lógica, y LUCRA para ello. Pero si el que gana plata es el empresario, ¡ah no! ¡es un negrero, un desgraciado! Envidiosos, chaqueteros y arribistas. De paso, si los 300 mil pesos que cuesta una consola Wii se invirtieran en libros, otro gallo nos cantaría, ¿pero quién estaría dispuesto a ello?
- ¡YA BASTA! La democracia no es hacer lo que se me pare la raja, sino hacer lo que las leyes que nos hemos dado nos permiten hacer. ¿Por qué cuesta tanto respetar el orden establecido? Si hay un puto orden, el que se sale de ese orden debe pagar las consecuencias. ¿Por qué es tan difícil de aceptar? ¿No les gusta? Cámbienlo, pero por un proyecto coherente, no por un conjunto de emociones y frases hechas.