En la U tenía un compañero y medio amigo que tenía un tic de pésimo gusto. Podía estar parado en cualquier parte conversando y de vez en cuando se pasaba la mano por las bolas. Ni siquiera era un rasquido, simplemente se las pasaba a llevar casi sin tocar el pantalón. Al wn lo puteaba a cada rato por flaite, sobre todo cuando estábamos con amigas o en la calle. Decía que no se daba cuenta y en su familia también lo retaban seguido y pretendía ir a un neurólogo para ver su problema ya que sabía que lo tenía y que le daba verguenza pero no se daba cuenta.