esto se llama ser cuevúos
Gran impacto causó la compra de la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp por parte de Facebook, en una cifra de US$ 19.000 millones de dólares.
Esta compra hará que los empleados de servicio de mensajería se vuelvan millonarios, y se estima, según informa eleconomista.es, cada uno de los 55 empleados de la joven empresa recibirá acciones restringidas de Facebook por un valor de 60 millones de dólares, alrededor canjeables con condiciones en el plazo de cuatro años.
Las acciones restringidas que se repartirá la plantilla de Whastapp, incluidos sus fundadores (Jan Koum y Brian Acton), serán títulos que no se podrán canjear en el mercado si la venta de las mismas pudiera afectar negativamente a la marcha de la empresa. Tampoco se podrán transferir dichos activos en su totalidad hasta que no se alcancen determinadas condiciones, incluida la aprobación explicita del regulador bursátil estadounidense (la SEC) para su puesta en liquidez.
WhatsApp ha jugado deliberadamente la carta de la informalidad, con un aire casual muy californiano. El dólar anual que deben pagar quienes se descarguen la aplicación para su smartphone es la única fuente de ingresos del popular sistema de mensajes, que ya ha superado a Twitter por número de usuarios.
Los fundadores de la empresa aseguraban hace unos meses que ese dólar es suficiente para sostener su pequeña gran empresa, y a su medio centenar de empleados, que mantienen en pie una maquinaria para que cada día se envíen 10.000 millones de mensajes y reciba otros 17.000 millones.
La compañía de mensajería instantánea nació antes de la fiebre de los teléfonos inteligentes, como un servicio para suplir el alto coste de los mensajes de texto de pago, los SMS, una de las grandes fuentes de ingresos de las operadoras. Con la llegada de esta aplicación (y de sus competidores) las compañías telefónicas vieron cómo se esfumaba el negocio de los mensajes de pago.