Con respecto al Onkyo CS-245, les puedo dar la comparación con mi Onkyo (CS-545), ya que el Yamaha no lo tengo tan en la oreja actualmente.
De lo que recuerdo del Yamaha frente a mi Onkyo es que su sonido era más natural, tenía agudos más brillantes, pero mi Onkyo destacaba más en los rangos medios y las voces.
Ahora, entre los Onkyos, tengo una grata sorpresa con el CS-245, que si bien no sorprende con su volumen máximo (tiene 15W x canal vs. los 20W por canal del CS-545 o del MCR-330) pero está bastante bien para un espacio reducido. Tiene RDS de serie y 30 memorias presets, su control remoto es realmente fácil de ocupar y es microscópico (a diferencia del CS-545 con su control poco amigable). El sonido es bastante crispeante, con agudos bien definidos y rangos medios bien ricos (destaca harto el tema de las voces), y una resonancia sorprendente de los bajos para ser unos pequeños parlantes plásticos. A alto volúmenes no hay distorsión del sonido, excepto cuando le pones la opción "Super Bass" en 1 o 2 cerca del volumen máximo. Pero si prefieres un sonido más natural y sólo ecualizas con el treble y el bass anda bastante bien. Se echa de menos más parámetros para ecualizar, pero es lo habitual en este segmento de microcomponentes. Es muy pequeño y corto (a diferencia del Yamaha que es bastante largo hacia atrás), tiene un acabado de buena calidad, en este caso, en un rojo perlado brillante muy atractivo. Como es habitual, entrada USB frontal, iDock superior y entrada AUX trasera, además de una salida para subwoofer trasera. Un fenómeno que me llamó la atención es que llegado un cierto nivel de volumen (nivel 38-40), pareciera que no sube más, como si sólo subieran los agudos y no los graves, lo que probablemente es una limitación de los parlantes y de lo que infiero que este pequeñín debe aguantar parlantes de más potencia sin problemas ni achuncharse.
Esa es mi primera impresión, les digo más con el tiempo. Por ahora, en relación a su precio, lo recomiendo. Aunque si tiene 50 lucas más, vaya por el CS-545 (lo amo).