Quizas me van a censurar, pero lo encontré demasiado bueno, alguna experiencia? jajajaj
El Falso Dolor de Cocos..Hace un par de días, en una de esas conversaciones de trasnoche que sólo puedes tener con aquel amigo que te considera un “compadre” más, salió a flote el tema de qué pasa cuando -después de un jugueteo calentón- nada se concreta y te dejan con las ganas. Empezamos a comparar (como de costumbre) para quién es peor, quién sufre más, etc.
Entonces yo, inocentemente, y basándome en experiencias pasadas, dije: “Obvio que es peor pa ustedes, a nosotras no nos duele nada si nos dejan con las ganas”. Mi amigo me miró con cara de no entender nada, así que pusé mi mejor cara de seria (al más estilo de Alessandra Rampolla) y le dije: “Si po’, si ustedes quedan acumulados, después les duelen los cocos!”

Mi amigo soltó una carcajada, como si me hubiese transformado en Oscar Ganga, me miró con cara de lástima y me dijo:
-¡Mentira que te dijeron esa weá! -Cómo, ¿Acaso no les duelen? -¡No! Esa wea es mentira, ¡Te lo dijeron pa que la soltarai no más!

-¡No puede ser, si me lo han dicho más de una vez! ¡Personas distintas! -Jajajajajajajajajajajajajajajaja (carcajadas y más carcajadas) -Oye ya, pero en serio ¿Es mentira? Porque a mí me lo han dicho con sufrimiento… -Es mentira. Es como un acuerdo del gremio, todos saben que es mentira, pero nadie lo dice. De hecho, creo que me estoy cagando al gremio jajajaja.
No lo podía creer, recordé la cara de dolor de mi ex -en alguna ocasión donde el tiempo no fue nuestro aliado- y pensé “es que no podí’ ser tan buen actor!”. Pero sí señoritas, así es… ¡A los hombres NO les duelen los testículos cuando los dejan acumulados! Es una tierna y dulce mentirita blanca que ha estado dando vuelta por los siglos de los siglos, para lograr que usted, pensando que el joven tendrá que andar todo el día caminando con un dolor insoportable, sienta lástima o compasión, o lo que sea, y decida hacer su buena acción del día con un quicky, para que el pobre no sufra.
Pero no crea que es así de simple, luego de que me revelaran esta infame práctica del gremio, decidí encuestar a la mayor cantidad de hombres honestos y mujeres engañadas que pudiera, para obtener un poco más de información y ver qué tan común es la mentirita.
Luego de un arduo trabajo investigativo, descubrí que es algo así como el dolor de cabeza en las mujeres, pero con el efecto contrario, claro: Si bien no todos lo dicen, todos saben que se dice, es de conocimiento universal, un acuerdo tácito entre los hombres del mundo. De un total de 25 entrevistadas, a 23 les han dicho esta original mentirita, mientras que, de un total de 30 hombres entrevistados, 25 reconocieron haberla usado y los 30 reconocieron que se usa.
Ahora, si usted es una de las pocas a quienes NUNCA le han dicho esta patraña, le cuento cuáles son las dos formas más comunes de usar “el falso dolor de cocos”:
La preventiva:
“Pucha mi amor, pero es que si me dejai así después me va a doler”
Imagínese la situación: Está con su pareja, viendo tele en la pieza, uno de los dos tiene que salir muy pronto, suena la alarma, tiene 15 minutos para arreglarse y salir… entonces, típico de Costa, uno de los dos se pone cariñoso en la despedida y empieza con los besos apasionados, unos toqueteos locos, hasta que usted, señorita (que prende con agua), se entusiasma y le sube la temperatura a los cariñitos, empieza a levantar poleras, bajar cierres, hacer maromas con la lengua en esos besos bien calentones y cuando todo va viento en popa… UPS! Se acuerda de que es tarde, toma el celular, mira el reloj y dice: “Uuuy, mi amor, mira la hora! Hay que apurarse!”, y ahi deja a su masho, con toda la sangre en su cabeza pequeña, pensando que si le hubiera dado unos 5 minutitos, lo habría hecho TAN feliz (sí, a veces sólo se necesitan 5 minutitos)…
¡Y ahí viene el show! La cara de incomodidad, uno que otro gemido de dolor, los suspiros, etc. Entonces, mientras se empieza a arreglar la ropa, cuando se acomoda el pantalón (y cuando usted lo está mirando) aprovecha y se soba sus partes y le lanza la frasecita: ‘’no me podí hacer esto, me va a doler todo el día’’. Esto, acompañado de la cara de puchero respectiva, seguido por un abracito calentón con punteo incluido y sumado a que usted (como el 99% de las mujeres) se prende y se apaga como interruptor de baño, accede rápidamente a un quicky. Hombre feliz.
2- La culposa:
‘’Aló, mi amor? ¿Cómo estai? Yo mal… me duelen los testículos, no puedo ni caminar’’
Esta es la técnica que usará su masho si usted decidió hacer caso omiso a todas las artimañas anteriores y se fue igual a cumplir con su compromiso, sin el quicky que él esperaba. Un par de horas después del momento aquel, la llamarán por teléfono (o usted a él, dependiendo del tipo de relación) y con voz de ultratumba (la misma que ponen cuando están resfriados) le dirán: ‘’me duele todo, es que quedé demasiado caliente y ahora no puedo ni ir al baño, ni caminar… me duele”.
Y entonces ¿Qué pasa? Que usted, sensible, empática, amorosa, va a sentir pena por el joven y se va a sentir culpable de causarle un dolor de esa magnitud (que usted -por supuesto- compara con el dolor menstrual que tanto odiamos). Va a querer compensarlo de alguna forma y PAH! el joven se adjudicó una noche de pasión para compensar el mal rato que le provocó con su calentura temporal que él no tiene por qué entender, lo único que importa es que todos ganan.
Ahora, señorita, si su macho le viene con el cuento del dolor de cocos –a menos que lo tenga acumulado hace una semana- no le crea, mírelo a los ojos y dígale: “Si quieres un quicky, pídemelo, yo siempre voy a querer” ¡Y ahí lo deja loco! Y usted caballero, hágase macho y dígale a su mujer que dejarlo acumulado es de mala educación y que si lo va a manosear, que termine lo que empezó, si usted no necesita tanto tiempo y ella puede apagar el interruptor en un dos por tres!
saludos