Yo detesto la farandula, la encuentro nociva y plagada de antivalores. En las pocas ocasiones que me tomado el tiempo de ver esos programas, termino con una pobra opinión sobre muchas personas que son objeto de los comentarios, y también sobre los opinólogos. En general, basura.
Y los reality los detesto porque son el morbo exacerbado al límite.
Ambas expresiones de la basura televisiva, encuentro que atontan al pobre televidente medio con poca o nula capacidad de crítica y filtro, porque le enseñan a vivir pendiente de la vida de personas que en su mayoría tienen poco que aportar como ejemplo de vida, y de paso se olvidan que tienen que ocupar mas tiempo en protagonizar su propia historia de vida, ya sea adquiriendo conocimientos, habilidades y virtudes, y cultivando las relaciones con las personas que los rodean.