Sin embargo, hay que recordar que “la realidad” no es lo que es sino lo que parece ser y ello se decide no en el terreno de las estadísticas o los “datos duros” sino en el mundo de las ideas, de las interpretaciones y las visiones del mundo. O, para decirlo cortamente, de la cultura en el sentido más amplio de la palabra. Y es en ese terreno donde la opción de centroderecha ha sido aplastantemente derrotada creando las condiciones de la derrota electoral que se avecina. Se trata de un largo proceso que tuvo su espectacular eclosión el año 2011, con sus grandes movilizaciones que lograron instalar un discurso antisistema que cuestionó los pilares mismos del “modelo chileno”: la economía abierta de mercado, el Estado limitado que focaliza sus intervenciones sociales en los sectores más vulnerables y una democracia que impone amplios consensos legislativos.
Sin embargo, hay que resaltar que en este caso se trata, sobre todo, de una derrota autoinfligida. Más que una batalla perdida, ésta ha sido una batalla no dada. En buenas cuentas, en esta elección presidencial se pagará aquello que el escritor chileno Axel Kaiser llamó la “anorexia cultural de la derecha”, es decir, su incapacidad para entender “el poder de las ideas y de la cultura como factores decisivos de la evolución política, económica y social” (La fatal ignorancia, Santiago 2009). La centroderecha chilena creyó que la eficiencia del sistema le daría automáticamente legitimidad y apoyo descuidando por ello aquel terreno donde realmente se decide el derrotero de las sociedades: el de las ideas.Es un agotamiento del concepto de fondo que mueve a la gente de derecha, que ve al elector como sinónimo del consumidor (de ideas en este caso). El seguir pensando que con tener lleno el estómago, la gente va a votar por la continuidad del estado de cosas, sin aspiraciones mayores de futuro como lo representa la gran demanda por educación que es una mirada a futuro, porque es por una
educación que ya no tuvimos los que estamos aspirando a ella.
Es por la educación de los que vienen, no por la nuestra.
Pienso que la acertividad del artículo se demuestra trayendo aquí a colación, algunas ideas del enfoque del pensador psiquiatra chileno ya fallecido
Armando Roa:
- el hombre vive del futuro, a diferencia de los demás animales: por tanto a diferencia también de lo que suele creer la gente de derecha, nosotros somos
seres ideológicos porque "todo lo que nos mueve desde que nos levantamos en la mañana, responde a un concepto de lo que estamos haciendo" (
Alfredo Pradenas QEPD, ex Presidente de la
Sociedad Chilena de Bioética, profesor de filosofía de la
UACH, alumno de doctorado de
Humberto Maturana);
- cuando el proyecto de vida entra en crisis, entonces el ser humano se enferma más que por alguna infección a un órgano interno. "Cuando yo era médico pensaba que el enfermo estaba afectado por una dolencia, pero cuando me hice psiquiatra descubrí que la dolencia estaba en el proyecto de vida" (
Armando Roa, en entrevista a
El Mercurio);
- llevado esto a escala social las sociedades viven también de proyectos de vida masivos, uno de los cuales fue el retorno a la democracia y que caracterizó la vida que llevamos en la década del ochenta, noventa y dos mil. Salir del oscurantismo hacia una nueva democracia. Posteriormente el nuevo proyecto de vida lo ha ido gestando directamente las masas, y tiene la forma de ser un anhelo por vivir con mayor formación educacional para acceder a mejores condiciones globales de vida (trabajo, vivienda, oportunidades de surgir en todo ello);
- la demanda por educación ha sido inútilmente intentada de traducir por la derecha, porque no tiene el nivel conceptual para entender que no se trata de educarse gratis sino que va mucho más allá, del mero financiamiento y tiene relación con un cambio en la vida que se ha llevado para la nueva generación: una vida que se basa en un trabajo prácticamente forzado (mal pagado, mal administrado, peor ejecutado). No se llega al fin de mes o bien se llega, pero el sueldo dejó de existir la semana anterior y se vive de prestado hasta el nuevo pago. Y con incertidumbre laboral permanente.
De poco sirve tener democracia si no se puede soñar con mejorar las condiciones de vida. No somos sólo estómagos con patas, o consumidores para decirlo en forma más sutil.
La derecha chilena no ha exhibido ningún proyecto que aportarle a la sociedad, más allá de administrar el país como si se tratara de una empresa gigantesca.
Nada que aportar y entonces es la otra opción la que tiene el respaldo, porque logra canalizar el proyecto que viene de abajo desde la sociedad misma.
No es un proyecto que se origina en una alianza político-electoral, sino que viene bajando como si fuera un río de lava desde arriba el volcán activo y siguió el primer surco que encontró en el camino, dado que por el otro lado no hay surcos...