Melnick, Sergio
Jueves 04 de Julio de 2013
El resultado de la primaria
Hay cosas muy importantes que señalar de esta primera primaria nacional presidencial y que cambian la mirada del sentido común, que les encanta a los políticos nacionales. Las cosas no son como parecen. Si fuese por el sentido común, el sol seguiría girando alrededor de la Tierra.
Lo primero en que hay que ser enfático, es que esta no era la primera vuelta, sino básicamente una primaria interna entre las coaliciones. Es decir, no competían entre ellas, sino las posiciones diferentes internas. Por cierto la izquierda querrá hacerla parecer como una primera vuelta, pero eso es sólo comunicación voluntarista, como la que acostumbra a hacer Pancho Vidal con gran talento. Nadie en Chile cree que la centroderecha tenga 25% de los votos ni que la Concertación más PC tenga el 75%. De hecho, la Alianza hoy gobierna, y Piñera tiene al menos 40% de apoyo.
Dicho lo anterior, la DC cometió un error garrafal al presentar a un candidato que no estaba realmente dispuesto a apoyar. Si pensamos que en términos generales la Concertación y la Alianza tienen más o menos 45% de la votación final de segunda vuelta, Orrego entonces logró sólo 4,5% medido contra el total nacional. Es decir, si sacó 9% del segmento de la Concertación+PC, esto equivale entonces sólo a la mitad del total nacional en porcentaje. En esa misma perspectiva, Velasco, que es uno de los ganadores aparentes, no alcanza al 4% del total, lo que es interesante pero no relevante y ciertamente menos de lo que él mismo se esperaba. Velasco se equivocó al no ir a la primera vuelta y eso le pesará más de lo que cree, y a su vez perdimos como país la opción de un centro liberal real. La caída del PR es igualmente crítica, ya que, con su 5% del mundo oposición, no llega (en la primaria) al 2,5% del total. No hubo entonces ideología, que es lo que se espera en una primaria, hubo sólo ansias de poder. Muchos PR y DC traicionaron a su propio partido por la ambición de poder simbolizada en este caso por Bachelet. No me imagino a los votantes de Velasco votando mayoritariamente por Bachelet. No me imagino al 4,5% real de Orrego votando por Bachelet mayoritariamente. En el caso de Gómez, simplemente no tienen otra alternativa y su futuro está en la alianza con el PC.
En la Alianza, la primaria demostró que las bases son más o menos indiferentes al candidato, y por eso votan menos en las primarias. Las diferencias de la derecha están en sus líderes, que son en general poco hábiles para lograr acuerdos internos. La UDI y RN se comportan como matrimonio sin intimidad.
Viene la primera vuelta, y ésta es una elección totalmente distinta a la primaria. Ahora sí compiten entre coaliciones. Bachelet debe organizar a 8 partidos: PS, PPD, PR, DC, IC, PRI, MAS y PC y lograr un programa común; esto es a mi juicio como la cuadratura del círculo con una líder muy débil en esas artes. Luego hay que ir a la elección donde hay que enfrentar a Parisi, ME-O, Sfeir, Claude, quizás a Joselyn-Holt, al partido Iguales y a Longueira. Una elección que será “ruidosa”, por decir lo menos. Bachelet, con una actitud triunfalista, cometerá aún más errores que hasta aquí y le van a pesar, ya que recibirá fuego cruzado y deberá pronunciarse en muchos temas concretos, cosa que le es muy difícil con 8 partidos detrás. Sumemos a este cóctel los “movimientos sociales”, la clara oposición de los estudiantes a Bachelet y a la Alianza, y el final de un gobierno de altísimos logros concretos y demostrables que tratará de difundir ampliamente. Tampoco sabemos aún cómo se comporta realmente este nuevo padrón electoral y volveremos a ver sorpresas.
En suma, para mí, la elección está totalmente abierta, ocurrirán muchos eventos de poca probabilidad y alto impacto, y a pesar de poder parecer voluntarista, creo que habrá un segundo período de la Alianza que ofrece un modelo concreto de progreso, de notables resultados en 30 años, y a la que se agregará un novedoso sello popular o social (ojalá no populista) de Longueira.