Desde su aparición en Japón hace siete años, el Nissan Cube se convirtió en un objeto de culto. Ahora este original utilitario de menos de cuatro metros desembarca en Europa dispuesto a sorprender y convertirse en un fenómeno global.
No será un superventas, y tampoco es eso lo que pretende la marca (las previsiones de Nissan España apuntan a colocar unas 1.000 unidades al año), pero hay que agradecer a Nissan la incorporación a su oferta europea de un modelo tan original y poco convencional; tan diferente, en suma. Esos mil compradores anuales encontrarán en la tercera generación del Cube un automóvil con estilo (peculiar, pero estilo al fin y al cabo) que no carece de sustancia, pues más allá de su diseño extrovertido –o quizá debido a él– ofrece un interior muy espacioso, más de lo que parece, y un buen comportamiento, superior al de muchos de sus rivales por tamaño.
Y es que la plataforma y la arquitectura básicas son las mismas que las del Note, modelo que destaca por la bondad de su chasis. El Cube no es un deportivo, pero sí sumamente cómodo, capaz de digerir cualquier irregularidad de la carretera con insolente presteza y manteniendo un buen control de la carrocería... aunque, eso sí, se ‘tumba’ bastante en las curvas. Los asientos también refuerzan la sensación general de comodidad. Aunque son un tanto cortos de banqueta, su mullido contribuye a amortiguar en buena medida el movimiento de la suspensión, aunque no se distinguen por aguantar muy bien el cuerpo en apoyo.
Pero el hábitat de este coche es el medio urbano, y ahí el Cube se desenvuelve como pez en el agua. La oferta de motores se limita a un gasolina de 1.6 litros y un turbodiésel de 1.5 (con filtro de partículas), ambos procedentes del Note y con la misma potencia declarada de 110 CV. En nuestra toma de contacto tuvimos la oportunidad de apreciar el nivel de ruido extremadamente bajo del propulsor de gasolina. Hasta los 120 km/h es tan silencioso que parece ausente. Un gran punto a favor, puesto que, por definición, el comprador del Cube no busca el placer de un motor con garra y carácter sino la seducción del estilo y la comodidad. Y ahí es donde el Cube se destaca.
La mecánica es convencional, pero el interior denota un alto nivel de refinamiento y una marcada funcionalidad (eso sí, ¿son necesarios hasta diez huecos para bebidas? En fin, al menos el usuario podrá buscarles otros usos...). En el diseño del habitáculo, Nissan ha intentado que los pasajeros tengan la sensación de ir sentados en un jacuzzi... ¡sin agua, claro! Los asientos, como ya hemos dicho, son muy cómodos en ciudad y trayectos cortos. Las amplias superficies acristaladas acentúan la integración del usuario en el entorno.
Sin abatir los asientos, la capacidad del maletero no es para tirar cohetes; es muy hondo, pero su anchura y profundidad son más bien escasas. Mención aparte merece el portón y su original apertura de nevera. Eso obliga a disponer de suficiente espacio por atrás para abrirlo, aunque está situado lo bastante alto para poder abrirse por encima del capó del coche situado justo detrás.
En definitiva, el Cube supone un bienvenido y novedoso enfoque del segmento B. Un automóvil que por su concepto diferente apunta a competir con otros coches aparte de sus rivales naturales; el Cube también rivaliza con otros coches ‘nicho’ que priman el diseño y la personalidad, como el Mini y el Fiat 500. Frente a ellos, ofrece una verdadera versatilidad y un diseño tan llamativo e inconformista como el que más. (revistaautopasion.com)




