- Ronald Reagan fue advertido en repetidas ocasiones de violaciones a los DD.HH.
- Asesinato de un fotógrafo fue un hecho clave para dividir aguas.Una serie de documentos desclasificados por Estados Unidos dan cuenta de las gestiones del gobierno de Ronald Reagan para declinar su respaldo a la dictadura de Augusto Pinochet, tras una serie de denuncias sobre violaciones a los derechos humanos.
Según revela un extenso reportaje de CIPER, después que Estados Unidos ayudara a los militares a derrocar a Salvador Allende, Reagan veía a Pinochet como "un aliado anticomunista" y el respaldo de EE.UU. fue interpretado por el entonces gobernante de facto como una ratificación de su régimen.
Las primeras dudas sobre el respaldo aparecieron en el colapso económico de 1982 y un informe de la CIA sobre el descontento popular en el Chile de 1984, donde se afirmaba que "la política chilena había cambiado de manera irreversible", citando el resurgimiento de sindicatos o diferencias entre los mismos militares.
Tras el informe, el Departamento de Estado decidió analizar la relación entre ambos países, en donde el entonces asistente del secretario de Estado para América Latina, Langhorne Motley, recomendó una "intervención activa, aunque gradual" hacia una transición democrática, a la cual Pinochet hizo oídos sordos.
Junto a ello, el fin del respaldo comenzó cuando Rodrigo Rojas, fotógrafo que regresaba del exilio en 1986, fue detenido junto a otra amiga por una patrulla militar en una protesta y más tarde ambos fueron rociados con gasolina, quemados y arrojados a una zanja.
Reuniones y diálogosTras esto, en julio Ronald Reagan recibió un informe del delegado para América Latina, Elliott Abrams, sobre el "probable involucramiento del Ejército chileno en el asesinato de Rojas", instándolo a repudiar públicamente al régimen.
"La última línea es que enfrentamos un empeoramiento de la situación en Chile y necesitamos usar todos los medios disponibles para proteger nuestros intereses", comentó Abrams, quien recomendó una reunión del Consejo de Seguridad Nacional "para revisar nuestra política hacia Chile".
Así, el 18 de noviembre se reunió dicho consejo, y pese a que Reagan deseaba que "si hubiera alguna forma en que pudiéramos aparecer como no oponiéndonos a él (...) pero al mismo tiempo decir que queremos ayudar a Chile por el bien de Chile", su secretario de Estado, George Shultz le replicó: "De ninguna forma. Este hombre tiene las manos llenas de sangre".
Así se gestó el fin del respaldo de EE.UU. a Pinochet, poniendo como lápida el revelar el plan secreto del dictador para anular el plebiscito de 1989 si ganaba el No, plan que pudo resultar en un "grave y generalizado derramamiento de sangre".
Fuente: Cooperativa.cl Artículo completo CIPER Chile