Hace varios meses critiqué en varios foros, entre ellos el presente, la política exterior del gobierno por su falta de profesionalismo y los escasos conocimientos y experiencias del Presidente y de su ministro de Relaciones Exteriores, quienes se habían caracterizado a esa fecha por entregar por la prensa opiniones que demostraban su poca competencia en estas materias. Con posterioridad a mi opinión se agregaron las metidas de pata en los nombramientos de embajadores en Argentina, Brasil y China.
Lo acontecido recientemente es otra muestra de lo que antes sustenté y que continúo afirmando. Vayan aquí algunos argumentos que sustentan mi afirmación, que muchos atacaron y/o ignoraron olímpicamente:
Los dos últimos gobiernos de la Concertación SI hicieron gestiones por obtener la extradición, todas las que fueron negadas por Argentina con el simple expediente de no dar respuesta explícita, una forma clara que los expertos en R.R.E.E deben interpretar como una negativa, diplomática pero negativa. ¿Por qué Argentina lo hizo así?, simplemente porque no quiso poner en dificultades a los gobiernos de la Concertación con la cual tenían mayor sintonía, gobiernos que mantuvieron frente a los rechazos un silencio que fue mal interpretado por la entonces oposición. El actual gobierno y la Alianza interpretaron esas claras señales como falta de interés de la Concertación, lo que no era efectivo pues no se justificarían los cuatro intentos reconocidos recientemente por Cristina Fernández, y se embarcaron en un conjunto de acciones decididas y claras para obtener la extradición, comprometiéndose el Presidente a sabiendas en un fracaso y todo para dar prueba que eran diferentes y dar un saludo a la galería y a la UDI y RN. Primer grave error.
Un segundo hecho que demuestra lo errado de la política de Piñera fue el nombramiento del embajador en Argentina. Nada menos que Otero, gran partidario del dictador Pinochet, que con sus fuertes declaraciones dejó allá muy en claro que poco había cambiado en estos años en Chile. El ministro del R.R.E.E dejó pasar impunemente esas declaraciones y en vez de pedirle la renuncia inmediata acepta días después la presentada por Otero, quien nuevamente mete la pata al dejar el cargo declarando que si bien el representaba la política exterior chilena abandonaba el cargo a fin de no causar problemas entre los países. Segunda gran metida de pata.
Otra situación que ameritaba mayor análisis y que muestra la inexperiencia del equipo de gobierno era conocer la política interna Argentina, país que conozco muy bien por haber vivido muchos años allí y por mis continuos viajes a ella. Alfonsín, Menem como Kirchner y su mujer Cristina fueron fuertes opositores a los gobiernos militares, dos de ellos estuvieron presos y mantuvieron militancia activa en varios movimientos contrarios a las dictaduras militares. Independientemente de las acciones del matrimonio Kirchner como presidentes, su sustento político reside en los partidos y movimientos de izquierda y la Argentina, desde Raúl Alfonsín en adelante, tiene como política de estado el conceder el asilo político a quienes lo soliciten. Hay que agregar que Argentina juzgó y encarceló a los miembros de sus juntas de militares, a diferencia de lo acontecido en Chile, y que la simpatía por las dictaduras es muy distinta en Chile y en Argentina país donde sólo existen, al contrario que en el nuestro, escasísimos partidarios de ellas. Grave error no haber efectuado dicho análisis.
No olvidemos que el asesinato de Jaime Guzmán, autor intelectual del concepto de democracia protegida y de la mayoría de las disposiciones constitucionales que aún permanecen (sistema binominal, leyes que requieren quorums especiales entre otras) si bien fue realizado durante los inicios del gobierno de Aylwin, lo fue durante un período durante el cual la influencia de Pinochet fue muy fuerte, por lo que el análisis debiera haber sido más fino antes de comprometer acciones en pos de la extradición. Recordemos que los dos primeros gobiernos de la Concertación, uno fue con Pinochet comandante en Jefe del Ejército y el otro como Senador vitalicio por lo que en el exterior tienen una lectura distinta acerca de nuestros gobiernos. Errores notables que demuestran falta de conocimiento y experiencia.
Ningún gobierno del mundo puede aceptar que otro, sus distintos poderes e instituciones presionen por obtener decisiones que le son propias, por lo cual era esperable que Argentina, sin señalarlo explícitamente para no echarle bencina a la hoguera, no reclamara por los dichos y presiones de Piñera, de sus ministros de Relaciones Exteriores y del Interior, de los representantes del Senado y Cámara de Diputados con sus respectivos acuerdos oficiales, del Presidente de la Corte Suprema, de la dirigencia de la UDI y RN y tantas otros que pretendieron pautear el actuar de la Presidenta Fernández. Otra gran metida de pata, pues en política exterior hay que saber callar y esperar.
Otra señal que no se consideró fue el comportamiento de Cristina Fernández durante el bicentenario. Una visita de estado, inicialmente programada para más de 48 horas, se fue desinflando y terminó con un breve paso de siete horas el día 19 de septiembre, es decir no asistió el 18 y diplomáticamente tampoco a la Parada militar, de manera tal que dio a su visita un tinte totalmente aséptico, cero compromiso. Estas señales no fueron computadas y se continuó con la presión, amenazando incluso el Presidente del Senado con viajar a la Argentina para comunicarse con los miembros de la Comisión encargada de resolver acerca de la petición de asilo, cuestión absolutamente inusitada en estas materias.
Como si fuese poco no se consideró que los antecedentes que se tienen en cuenta para el otorgamiento del asilo político en la Argentina son sólo aquellas que existen al momento de su petición por lo que todos los hechos posteriores tienen nulo valor. Era previsible que las recientes declaraciones del comandante Ramiro, personaje poco confiable que aparentemente busca con ellas su traslado a Chile y la disminución de sus dos condenas a cárcel perpetua a sólo 30 años a los cuales habría que descontar lo ya cumplido, no tenían peso alguno para la decisión argentina.
Seguramente algunos continuarán insistiendo con argumentaciones poco felices y pedirán acciones fuertes por parte del gobierno, incluso algunas risibles. Otros efectuarán pomposas declaraciones, pero este asunto aparentemente está terminado. Un fracaso más del gobierno que debe aprender de sus malas experiencias.
Felizmente hasta el momento la respuesta a las reclamaciones peruanas ante La Haya están a cargo de diplomáticos de carrera, ojalá continúe así.
Finalmente, hoy viajo a la Argentina y regreso a fin de la próxima semana, espero que las cabezas calientes no le declaren la guerra y yo pueda gozar tranquilo de los buenos bifes y sus excelentes pastas
