La cosa es que tanto Allende como Pinochet seguirán siendo, quizás per secula, los personajes más controversiales que hayan habido en la historia de Chile, al menos en el último medio siglo. El primero por haber tenido la intención de realizar transformaciones radicales en diversos ámbitos, los cuales fueron sumamente resistidos por la gente de derecha y sectores de centro, y el segundo, que provocó el golpe de Estado como consecuencia de la extrema polarización social que se vivió, producto de la situación que se vivía, que ya hizo buscar como salida la vía armada.
Es más, incluso se dice que ya hubo un cierto temor y rechazo al propio gobierno de Allende desde antes de su elección y proclamación, y que la mayoría absoluta con la que ganó Frei Montalva cuando asumió su período era principalmente para evitar la elección de Allende, con la ayuda de EE.UU. incluida.
Lo claramente condenable ha sido, es, y será lo de las atrocidades que se cometieron contra bastante gente que incluso no tenía ni pito que tocar. Uno tiene todo el derecho a pensar como se le de la gana y a alinearse a la posición que uno quiera, pero lo de las torturas y desapariciones son algo que no tiene parangón alguno, y esto es en todo sentido común, independiente del bando.