Si la gente se decidiera por quién votar en el momento que entra al cubículo, entonces sería redundante los millones de dólares que gastan los candidatos en marketing. Perdón, en exponer sus proyectos de gobierno.
El marketing está para eso: para condicionar a la masa sobre qué producto usar, en qué gastar su dinero, por quién votar.
Si la masa no fuese tonta, entonces -por dar un ejemplo-, del momento que Maduro dice que Chávez vino en forma de pajarito a darle apoyo, perdería la elección por paliza.