Se cumplen 41 años del golpe militar en Chile. Asumir esa parte de la historia y entender cómo se llegó al quiebre de la democracia sigue siendo objeto de constante disputa dentro de la vieja clase política chilena, en un marco en el que, como dijeran Pablo Ortúzar y Francisco Urbina en su libro Gobernar con principios,
buena parte de la izquierda goza de la superioridad moral que le da ser víctima de graves injusticias y artífice de la derrota al tirano. Víctima y héroe a la vez.
En el tan mentado camino a la reconciliación hay quienes han pedido perdón, pero también están quienes, a pesar de los años, continúan siendo devotos del fallecido dictador o defendiendo a Allende, el desquiciador de la democracia.
Pero también hay otros. Una generación más joven, que no vivió ese periodo y que reclama honestidad de parte de todos los actores. Están hastiados del relato conveniente y parcial. Buscan comprender y aprender sobre las prácticas y discursos que generaron ese clima que deterioró irreparablemente la convivencia cívica.
¿Qué razón puede haber para no ser honestos con ellos?
Las cosas claras:
1) Por el quiebre institucional, la responsabilidad es de Allende y la Unidad Popular.
2) Por la introducción de la violencia, la responsabilidad es del Partido Socialista y el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario).
3) El golpe de Estado fue responsabilidad común de los militares, la democracia cristiana y la derecha.
4) La dictadura fue responsabilidad de los militares y de todos los que colaboraron con ella.
5) La violación de los DDHH es responsabilidad de la dictadura militar, las instituciones del Estado y quienes lo justificaron.
Y, como dice el refrán español, ¡que cada palo aguante su vela!
Fuente ideasyanalisis.wordpress.com
