Ahorro forzoso de personas con bajos Ingresos? PDF Imprimir
En mi columna del mes pasado señalé que “el 50% más pobre de la población gana menos en su conjunto que el 1% más rico. Este 50% de menores ingresos no tiene capacidad de ahorro voluntario ya que el valor de su consumo presente es mayor al del consumo futuro –solo ahorran forzosamente en sus AFP... El costo alternativo del ahorro para ellos es peor educación, alimentación, abrigo y salud de sus hijos y propio”. Esta alta valoración del consumo presente es lo que lleva a que los segmentos de bajos ingresos de Chile estén endeudados casi al límite de los que le prestan sus fuentes de crédito; a tasas que superan el 30% real anual.
Estas tasas son al menos tres veces mayores que la rentabilidad que obtienen sus ahorros en los fondos de pensiones. Por ende el ahorro forzoso no aumenta su bienestar, sino que lo disminuye. En el caso de los independientes de bajos recursos, la rentabilidad que son capaces de obtener de sus ahorros-inversiones superan también a las de las AFP; ya que las inversiones de los micro empresarios son altamente rentables en promedio. Por ello es absurdo obligarlos a ahorrar forzosamente en instrumentos de baja rentabilidad relativa en las AFP.
El dilema previsional radica en que si no se obliga a las personas a ahorrar forzosamente, una mayoría de estas no tendrán una fuente de sustento en el futuro, convirtiéndose en una carga para el gobierno y las generaciones futuras. Por ello es casi universalmente aceptado que se debe obligar a la población a ahorrar para su vejez. Yo cuestione este dogma.
En Chile aproximadamente un 43% de los aportantes a los fondos de pensiones obtendrán una pensión igual a la mínima garantizada por el Estado, a pesar de haber cotizado un 12% de sus ingresos brutos durante su vida laboral. Ellos obtendrían la misma pensión que si solo hubiesen cotizado en la AFP 10 años. Es decir cotizaran en promedio 30 años inútilmente. Se puede asimilar en el caso de las personas de bajas rentas las cotizaciones en los fondos de pensiones a un impuesto a la renta de 12%. Esto lleva al absurdo que las personas de menores ingresos en Chile tributan más que las de ingreso medio (con $2,5 millones al mes recién se llega a tributar un 12% promedio).
Por este motivo propuse dentro del programa económico de ME-O eximir de la cotización a los fondos de pensiones las rentas hasta $200.000 bruto mes, e ir subiendo paulatinamente los aportes hasta alcanzar el 12% recién con una renta de $1.000.000 mes -extrañamente algunos economistas socialista se opusieron a esta medida por lo que no fue muy difundida-. En simple, la propuesta equivale a un impuesto negativo a las rentas bajas, incentivando el trabajo formal de los trabajadores menos capacitados. El concepto de “negative income tax” fue propuesto por Milton Friedman en los 70s y presenta externalidades positivas para una sociedad al premiar el trabajo formal de las personas menos capacitadas o más desaventajadas de la sociedad.
El costo fiscal de esta medida es grande, pero contribuiría fuertemente a crear una sociedad más justa, subiendo 14% los ingresos disponibles de los trabajadores que menos ganan. Esto aumentaría no sólo el bienestar directo de estos, sino que mejoraría la calidad de la educación, salud y abrigo que les pueden dar a sus hijos.
La propuesta es que el Estado deposite en las AFP hasta el 12% de lo no cotizado, subsidiando directamente los aportes de los que menos ganan. La medida no afecta las cuentas individuales de las AFP que son un gran activo para el país; y mantiene la señala correcta para los empleados que saben cuanto van ahorrado. Las AFP funcionan bien para el 57% de los cotizantes de mayores ingresos. Existen incentivos tributarios al ahorro previsional de los más pudientes que han funcionado de maravilla. Tanto así que el 1% de mayores ingresos concentra más del 50% de los fondos acumulados el tramo de más de 10 años de cotizaciones.
Las AFP han sido un motor fundamental para el desarrollo de la economía chilena al captar los ahorros de la clase media e incentivar el ahorro de los empleados de altos ingresos, acumulando recursos por US$ 130 mil millones equivalente a un 96% del PIB. Esto generó un mercado de capitales líquido y eficiente que permite la expansión empresarial. El sistema de capitalización individual se debe mantener; pero modificándolo para no cargarle la mano a los que menos tienen.
Paul Fontaine.
Columna publicada en Diario Financiero, 10 de Diciembre de 2010.