Si pues, al igual que comer puré con bistec con ajo.
Pero no por eso vamos a decir que es anti natura comer bistec con ajo, menos aún que el fermentar o destilar es milenario pues. Por eso digo, qué mejor indicador que es parte de nuestra naturaleza, que desde hace decenas de miles de años el hombre se haya metido algo en el cuerpo para sentir placer.
No pues hombre, el ser humano está condicionado genéticamente a gustar de algunos sabores, en particular lo dulce. Según algunos, lo mismo pasa con el sabor salado y el umami.
Al revés, estamos genéticamente programados para reuir el sabor amargo y agrio (que por ahí va el sabor de vinos, cervezas y licores).
La 'lógica' de esta programación (que es por selección natural) es que lo dulce es gran fuente de energía, la sal repone electrolitos y el umami provee de proteínas. Lo amargo está asociado a cosas venenosas y lo agrio, a descompuestas; estas últimas amenazas a la salud.
Hay un chileno egresado de mi alma mater (PUCV) que trabaja hoy en EEUU haciendo intersantes investigaciones respecto a este tema de los sabores (lo leí en una revista hace poco).
En lo que sí estamos de acuerdo es que los fermentados se conocen desde hace varios milenios, pero ¡ojo!, sólo aparecen con la revolución urbana que acompaña a las primeras civilizaciones. Y ahí está su explicación histórica: en las ciudades antiguas se volvió peligroso beber agua (por la contaminación) y la manera 'mágica' de salvarse fue bebiendo fermentados, que por su contenido alcohólico naturalmente purifican el agua (la cerveza se puede hacer con agua 'sucia', pero al final el proceso la vuelve bebestible). De ahí que, desde la antiguedad y hasta el sXVII, o se tomaba vino o se tomaba cerveza. Eso hasta la aparición de las infusiones (té y café) que obligaban a herbir el agua (y purificarla en el proceso).
Curioso constatar que de ahí en adelante viene el 'despertar' de occidente (será porque antes occidente estaba todo el tiempo medio borracho?).