Estimados, una humilde reflexión desde mi oficio. Como deben saber, desde hace unos 20 años se han re-incorporado metodologías y tecnologías pasivas en el diseño y construcción de edificios. Sabemos que post revolución industrial y gracias a esta, la arquitectura por medio de lo que se conoce como el movimiento moderno se dió un festín en la libertad total de las formas ya que las demandas de habitabilidad se garantizaban por medio del uso de dispositivos y tecnologías activas que antes ni se soñaban.
Bien, este festín llevó a una suerte de exageración del uso de sistemas activos (que usan procesos energéticos externos, como electricidad, gas u otros combustibles) para alcanzar grados de habitabilidad satisfactoria que antes se aseguraba por medio de condicionar las formas y materiales en el diseño y construcción. Esta exageración llevó a que los nuevos postulados de las últimas dos décadas propicien que las nuevas tecnologías y las nuevas metodologías incluyan procesos que lleven a minimizar al máximo posible el uso de energía. Ya es una suerte de cánon y en gran parte lo comparto.
Sin embargo, sabemos que la energía tiene sus reglas, como por ejemplo, que es por si misma y solo podemos transmitirla o transformarla, pero no eliminarla.
Entonces se han dado algunas nuevas paradojas que requieren cierta urgencia. Sabemos que el centro de una ciudad tipo (como las mayores de las nuestras) tiene mayor t° que la extensión natural más cercana, y que este delta puede ser normalmente de unos 2°C pero se considera aceptable hasta 4°. Un estudio de un PhD en el centro de Valparaíso arrojó que la calle Prat en Valparaíso tiene en promedio a lo largo del año 4°C más que Av. Brasil.
Bien, sobre todo en los últimos años, se ha recurrido mucho a tecnologías Low-E sobre todo en edificios de oficinas. Hay que recordar que en términos generales un edificio de oficina o retail NUNCA se calefacciona, es decir, practicamente todo el año el sistema activo tiene como misión enfriar el interior (o mejor dicho, quitar el calor). El uso de tecnologías pasivas como el uso de DVH, mejoras del diseño volumétrico, aislación de mejores cualidades, ventilación cruzada pasiva, renovación de aire por goteo y cosas así han permitido minimizar el uso de AA. Sin embargo, nuevamente el abuso lleva a otros problemas. Los sistemas de aislación de fachadas, sobre todos cortina y vidriada y el uso de láminas low-e llevan a que la energía del sol no entre al edificio, pero... y entonces?
Muestras realizadas en Nueva York han señalado que algunas fachadas de nuevos edificios llegan a una t° superficial de hasta 70°C lo cual ha traído serios trastornos al uso peatonal exterior, las veredas. Claro, el calor no está entrando al edificio, pero a alguna parte va, y los sistemas low-e utilizan el concepto de reflexión del calor. Esto ha afectado también fuertemente a edificios convencionales que se emplazan frente a estos nuevos con estas tecnologías, los cuales al recibir el reflejo han absorvido interiormente este calor.
Los edificios se hacen pasivamente habitables por dentro, pero luego el exterior se vuelve sofocante, nuevas paradojas, como lo que ocurre con la huella de carbono y las ampolletas de bajo consumo versus las de filamento. Una ampolleta de bajo consumo, en su proceso de construcción y los materiales que utiliza, ya solo por eso, tiene una huella de carbono mucho mayor que una ampolleta de filamentos incandescentes incluyendo su proceso de fabricación, materiales y toda su vida útil y el gasto de electricidad asociado. O sea, una ampolleta de bajo consumo ahorra energía, es cierto, pero es más agresiva al medio ambiente.
No así la tecnología LED orgánica.
Saludos